sábado, 19 de marzo de 2011

A mi abuelo, mi padre.

En estos tiempos decir que te lo debo todo y que no hay en mi palabras suficientes que expresen con justicia lo que siento por aquel que fue, no el padre que quería, sino el que necesitaba y aquel que no me defraudó ni falló jamás, es muchísimo más que un tópico.
Mis palabras no te harán justicia, pero no pienso dejar de brindarte el homenaje que tu, y nadie más que tu merece en un día como este. Mucho han cambiado las cosas, especialmente en los últimos meses, por suerte para mejor, y por ello más dura es tu ausencia.
Gracias por todo lo que me diste, y he aquí un texto que no es mío, pero que recoge mi sentir a la perfección.

Padres buenos hay muchos;
buenos padres, hay pocos.
No es difícil ser un padre bueno
en cambio, no hay nada más difícil
que ser un buen padre.-

Un corazón blando basta para ser un padre bueno
pero la voluntad más firme
y la cabeza más clara
son todavía poco para hacer un buen padre.-

El buen padre dice sí cuando es sí y no cuando es no…
El padre bueno sólo sabe decir sí…
El padre bueno hace de su niño un pequeño Dios
que acaba en un pequeño demonio…
El buen padre no hace ídolos…
vive la presencia del único Dios.-

El padre bueno encoge la imaginación del hijo
con juguetes del bazar
el buen padre echa a volar la fantasía del hijo
dejándole crear un aeroplano con dos maderas viejas…

El padre bueno amanteca la voluntad del hijo
ahorrándole esfuerzos y responsabilidades…
el buen padre templa el carácter de su hijo
llevándolo por el camino del trabajo y del esfuerzo.-

Y así, el padre bueno llega a viejo
decepcionado y tardíamente arrepentido…
mientras que el buen padre crece en años respetado,
querido, y es, a la larga, comprendido.-

Rosid – Viganó
1.988

martes, 15 de marzo de 2011

Lord Byron

AL CUMPLIR MIS 36 AÑOS



¡Calma, corazón, ten calma!
¿A qué lates, si no abates
ya ni alegras a otra alma?
¿A qué lates?

Mi vida, verde parral,
dio ya su fruto y su flor,
amarillea, otoñal,
sin amor.

Más no pongamos mal ceño!
¡No pensemos, no pensemos!
Démonos al alto empeño
que tenemos.

Mira: Armas, banderas, campo
de batalla, y la victoria,
y Grecia. ¿No vale un lampo
de esta gloria?

¡Despierta! A Hélade no toques,
Ya Hélade despierta está.
Invócate a ti. No invoques
más allá

Viejo volcán enfriado
es mi llama; al firmamento
alza su ardor apagado.
¡Ah momento!

Temor y esperanza mueren.
Dolor y placer huyeron.
Ni me curan ni me hieren.
No son. Fueron.

¿A qué vivir, correr suerte,
si la juventud tu sien
ya no adorna? He aquí tu
muerte.

Y está bien.
Tras tanta palabra dicha,
el silencio. Es lo mejor.
En el silencio ¿no hay dicha?
y hay valor.

Lo que tantos han hallado
buscar ahora para ti:
una tumba de soldado.
Y hela aquí.

Todo cansa todo pasa.
Una mirada hacia atrás,
y marchémonos a casa.
Allí hay paz.

sábado, 5 de marzo de 2011

El hijo pródigo o como se contraeduca históricamente a causa de una parábola famosa.

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Éste acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado". Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano." El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!" Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado." Lucas, 15, 1-3.11-32.



No me considero religioso pero si que bastante conocedor de la Historia Sagrada, no en vano la tuve como asignatura en el colegio en el que me eduqué en Marbella, y desde siempre esta parábola me ha resultado injusta, y actualmente incluso contraeucativa.

Nos habla de un hijo que toma una decisión, que es la de dejar en la estacada a su familia, y que de una forma repugnante aunque legítima reclama su parte de la herencia dejando solos su padre y su hermano. Posteriormente lo malgasta en vicios y cuando se ve en las últimas regresa a casa pidiendo perdón. No solo recibe el perdón, recibe incluso más honores que el hermano que se quedó y aguantó todas sus obligaciones morales como hijo habéndose doblado el esfuerzo cuando el otro se fue.

Insisto en lo poco religioso que soy, aunque siempre haya creido en el perdón habiendo incluso perdonado a personas que lo merecían poco, pero lo que no es de recibo, ni justo, ni digno de una educación general sana es que los actos no tengan consecuencias y que una persona que la pifia estrepitosamente finalmente reciba los mismos honores (o más) que aquellas que han dado siempre el callo.